viernes, 18 de marzo de 2016

El hombre sabio instruye sin utilizar palabras

Muchas veces hablamos e intentamos enseñar a los demás 
a través de las palabras, sin tal vez, darnos cuenta de que, 
no hay mejor enseñanza que la del ejemplo. 
De nada nos sirve hablar y hablar, si no demostramos lo hablado con nuestras acciones. 
Es como quien dice, "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago". Si esto es así, con qué fuerza moral exigimos a los
demás....? ¿Cómo hablar del perdón, si no perdonamos? ¿Cómo decirle a los demás lo que deben hacer, si nosotros somos los primeros que no seguimos nuestros propios consejos...?
Muy bien se dice por ahí, que aquél que más consejos da sin pedírselos, es porque más los necesita.
Limitemos nuestras enseñanzas a vivir con nuestro propio ejemplo, lo que los demás ven en nosotros, 
es lo que querrán imitar o rechazar. 
A veces es mejor el silencio, que mil palabras inútiles. 
Al final...¿de qué nos sirve mostrar al mundo la cara de lo que no somos?... si nosotros mismos no podemos engañarnos...
y tal vez, ni siquiera engañamos a los demás...
pues la transparencia del alma, no se revela; se percibe...
y la Sabiduría proviene de Dios; por lo cual esa fuerza interior que emerge de ese Santo Espíritu, es transparente a los sentidos externos, y tus energías llegarán a los demás, en base a lo que ellos sientan en ti, no a lo que les digas que eres o que tienes.
Medita en el silencio de tu corazón y te darás cuenta de que...
es justo en el silencio, que se encuentra la Sabiduría de ser o no ser.

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